Si bien es cierto que José Ramón Jiménez «se sabe manejar» y pocas veces se le ve tan relevante como en tratar de «reventar» al director de Espacios Públicos en la pasada legislatura, quedando estrepitosamente mal parado, la realidad es que las influencias externas siguen incidiendo en lo que tiene que ver con las votaciones dentro del Concejo de Regidores que él ya estaría a punto de presidir.
José Ramón arriba a la presidencia del Concejo a pesar incluso de un cuasi lema: no más para José Ramón, pues además de saber que quiere ser diputado, también quiere ser Secretario General del PRM en Santo Domingo Este, tener el control de minialcaldías así como otros establecimientos y querer tanto, te crea adversarios por el exceso de poder concentrado.
El nuevo presidente del Concejo se hace acompañar como vice por el joven Enmanuel que hasta ahora ha sabido estar de bajo perfil, aprendiendo, pero avanzando y uno de los grandes opositores al alcalde como Vocero, el regidor Mario Villa quien se sabe vota siempre en contra de los proyectos o resoluciones enviados por la administración.
Contrariamente a las pasadas gestiones moradas en que siempre se veia, salvo raras excepciones «disidencias», en las del PRM los votos contrarios son constantes, repletas de presiones para afectar al alcalde, a directores e incluso a colegas regidores desde el propio partido, intereses personales o de grupos que afectan los de la ciudad y que convierte el Concejo incluso en un escenario de mucho irrespeto muchas veces descrito por la prensa en sesiones que siempre comienzan tarde.
En el actual contexto hasta para José Ramón le ha sido dificil ser vocero, habiéndose destacado cada vez que el del PLD hacia uso de la palabla, siempre en riposta
José Ramón encontrará muchos temas en carpetas que nunca se expusieron, comisiones que no funcionan por excesos de ausencias de los ediles, asuntos necesarios para la ciudad no resueltos, la indisciplina como norma en el uso de la palabra que junto al desconocimiento de muchos regidores sobre los tópicos, el orden del día, procedimientos y la burocracia comiéndose los tiempos, será difícil.
Queda atrás dos períodos de Franklín que no supo imponer disciplina, viéndose muchas veces superados por el «tigraje» y manipulaciones de concejales que lograron casi siempre imponer sus agendas por delante de las del propio Concejo que estaban, incluso, crear el desorden para implosionar temas o sesiones que indiscutiblemente si bien logran aprendizaje al todavía «aprendiz» terminaron siendo tan comunes que se podría pensar que desde la presidencia se «motivaba» esa especie de status cuo caótico.
En la nueva etapa será curioso comprobar si el comportamiento del regidor Mario Villa, hasta ahora opositor acérrimo al Alcalde, arrastrará esta adversión personal a su rol como vocero pues su deber ahora no será externar y ejercer en su enfrentamiento con Manuel Jiménez sino representar al bloque que nunca ha sido homogéneo por lo que su cargo se verá sometido a una dicotomía constante, como una pura doble personalidad prestas a ver cuál sería la dominante.
Si bien es cierto que Manuel Jiménez no la ha tenido fácil con varios de los regidores de su propio partido en contra como objetivo presionados incluso por intereses fuera del edificio, el Alcalde posiblemente salga ganando con regidores que no podrán por su mandato entretenerse en oponérsele… al final «nadie sabe para quien trabaja» y como golpe de kunk fu es mejor aprovechar el golpe que te llega para derrotar al enemigo que tratar de oponerse de frente.